La lactancia materna es el mejor alimento que le podemos dar a nuestros hijos de forma exclusiva desde el nacimiento hasta los 6 meses de vida y junto con alimentación complementaria hasta los 2 años o más. Así lo dice la OMS (Organización Mundial de la Salud). Sin embargo, a pesar de la recomendación universal de la comunidad científica, la lactancia materna es uno de los temas que más mitos ha generado a lo largo de la historia.
Hoy, con motivo de la Semana Mundial de la Lactancia Materna, desmontamos los más frecuentes con ayuda de la pediatra Lucía Galán (Lucía, mi pediatra).
Mito 1: Mi leche no es de buena calidad
Este es uno de los motivos más frecuentes por los que una madre abandona la lactancia, porque cree que su leche no es de buena calidad, porque cree que no alimenta a su bebé. Sin embargo, como asegura Lucía, “la leche materna siempre es buena. No hay leche mala, no hay leche de baja calidad, ni leche aguada ni leche amarga. Toda leche materna en una madre sana, es buena por definición”.
¿Y qué ocurre si el bebé no coge peso? Si no hay una adecuada ganancia de peso no es por la calidad de la leche, “hay que intentar averiguar dónde está el problema (mal agarre, mala técnica, frenillo lingual…)”.
Mito 2: Con la lactancia, no puedo saber si el bebé recibe suficiente leche
Esta duda es muy común. Si damos a nuestro hijo biberón, vemos claramente la cantidad de leche que ingiere, pero con el pecho, esto no se ve tan claro. «El mejor parámetro para saber si un bebé está bien alimentado es que coja peso. Si en las revisiones con el pediatra se ve que nuestros hijos tienen una ganancia de peso adecuada en función de su edad, podemos estar tranquilas”, nos recuerda Lucía, que nos dije que no es necesario que nos saquemos la leche y la metamos en un biberón para comprobar que el bebé come lo suficiente. “Si, además, hace 6-7 pipís al día, el bebé está tranquilo tras mamar, duerme entre toma y toma (sobre todo al principio) y tiene un adecuado desarrollo, puedes estar aún más tranquila”.
Mito 3: Hasta que me suba la leche, le doy biberón
Error muy frecuente. Debemos grabarnos a fuego que la producción de leche se estimula con la succión del bebé. A mayor succión, más leche produciremos. Por tanto, si le damos biberón, menos leche generaremos. “Solamente, en un 1-5% de casos existirán mujeres con poca producción de leche (hipogalactia), en ese caso, tu pediatra valorará la necesidad de aportes extra”, nos dice Lucía.
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Mito 4: Ya no consigue sacar leche, porque solo mama 5 minutos
A medida que va creciendo, el niño tarda menos en hacer las tomas y extrae la leche más eficazmente. Como el cambio se produce bruscamente, muchas madres creen que no se alimenta adecuadamente o que deja el pecho pronto porque tienen menos leche. Si el niño está tranquilo y feliz, gana peso y moja 5-6 pañales diarios, es que está tomando la leche que necesita.
Mito 5: Los bebés solo maman para alimentarse
Los bebés maman para alimentarse, pero también para consolarse, para sentirse protegidos y queridos. Para oler a su madre, para saborearla. “Si le ofreces el pecho siempre que quiera, aunque no sea por hambre, no te equivocarás”, asegura Lucía.
Mito 6: Dar el pecho duele
La lactancia materna no tiene que doler. Una cosa es que tengamos al principio una pequeña irritación de la piel, y otra cosa es que se hagan grietas. Las grietas no son normales. “Si ponemos al bebé al pecho y nos duele, hay que retirar al bebé y volverlo a poner”, nos dice Lucía que, además, nos insiste en que no debemos aguantar una toma con dolor.
Mito 7: El éxito de la lactancia depende del tipo de parto, de la forma de los pezones y del tamaño de los pechos
El éxito de la lactancia está relacionado con la información y soporte que recibe la madre, la colocación frecuente y eficiente del bebé al pecho. No tiene que ver con la forma de los pezones, tamaño de los pechos o tipo de parto. Los pechos pequeños amamantan tan bien como los más grandes. La forma de los pezones en general no afecta la lactancia. Es cierto que, en algunas situaciones particulares, tales como pezones umbilicados o extremadamente grandes, se pueden tener más dificultades al principio, pero pueden solucionarse con un adecuado apoyo profesional. Finalmente, el tipo de parto, la medicación que recibió la madre o incluso las complicaciones asociadas al posparto pueden retrasar un poco el inicio de la lactancia, pero no tienen ninguna influencia una vez ya se ha iniciado.